domingo, 15 de abril de 2012

LOL


(Afanado de www.boredpanda.com)



viernes, 13 de abril de 2012

Andrew in Drag



Canción sobre crossdressing. Como su ilustre antecesora, "Lola" por The Kinks, temazo.

Ambos con la capacidad de cambiarte el ánimo por un mínimo de 24 horas, garantizado. Escuchar una vez por día en ayunas. Si en un mes no mejora, véngame a ver de nuevo.

jueves, 12 de abril de 2012

Whisky: Centenorio Ritual

(See what I did there?)



24 horas há, anduve de pub after office o como se llame al programa consistente en ir a ponerse en dope con amigotes a la salida del laburo.

Cuidadosos de la liturgia, acudimos a un pub estilo british, pura barra, nada de mesita, ni sillita, ni silloncito ni esas afectaciones. Lugar amarrete en iluminación y pródigo en bebidas alcohólicas de toda laya.

Por mi parte, habiendo tenido un día especialmente movido, opté por un güisquilín. Lo del día es más una excusa que otra cosa porque aborrezco la cerveza lo que limitaba mis opciones. Pedir una Coca Cola, probablemente daría como resultado una turba de empleados y clientes de pub (e anche meus caros amigos) persiguiéndome calle Libertad abajo con horcas, antorchas y otros elementos contundentes y/o punzo cortantes.

Bueh, la cosa es que además de haber sido uno de esos momentos gloriosos que se dan cada tanto en un grupete de amigos, me quedó dando vueltas el temita de los barmen y el whisky: la bebida de los dioses. O, por lo menos, la bebida de los dioses que toman whisky. Qué? Ehhh...no, no se me viene ningún nombre a la mente pero dejame tu teléfono que cualquier cosa si sé de alguno te llamo.

Ah, sí, los barmen. Me pedí un Glenlivet que es un whisky de gama media alta, digamos. Como suele ocurrir, tenía opción a un 2x1 con lo cual me tocaba un refill después. El primer barman que me sirvió, tomó la botella, la tiró al aire haciéndola dar una voltereta mortal con una displicencia que oscilaba entre la destreza y el dolo eventual, para luego servirlo. Al momento del refill, me tocó otro barman que, a diferencia del primero tomó el vaso, lo colocó lenta y estudiadamente bajo uno de los pocos focos que iluminan la barra, pero en el cono de semipenunmbra, donde diera luz sin necesidad de convertirlo en el centro de la escena. Acto seguido, tomó la botella con sumo cuidado, la abrió como quien susurra un secreto en una catedral silenciosa y, sin sacar la vista ni un segundo del vaso, vertió poco a poco el líquido color oro viejo. Sin estridencias.

Ese segundo vaso tenía sabor a complicidad.

Y endijpué, nos fuimos a morfetear pizza calabresa al Cuartito. Lo que se dice cuatro bon vivants sueltos por Baires!

(Nota de los editores: damos fé que el autor no ha escrito el texto ut supra bajo la influencia, aunque es un poco preocupante que le dé tanta bolilla a semejante boludez...debería tomar más seguido o abandonar definitivamente el alcohol.)