sábado, 29 de septiembre de 2007

Ladislao Basualdo, Perito Mercantil


El austero frontispicio de la modesta casa de altos de Vera al 600 parece esconder la historia de uno de los grandes personajes que diera nuestro país: Ladislao Basualdo.

Corre el año 1935. El año del asesinato en el Senado de la Nación. La Av.Corrientes fue ensanchada pocos años antes y el centro de la ciudad estaba recién tajeado por las Diagonales Norte y Sur. Unos kilómetros más al norte, se apagaba la vida de don Ladislao, tras casi 7 décadas de existencia, consagradas en su mayor parte a su pasión: el Peritaje Mercantil.

Proveniente de una modesta familia de origen sardo-vascuence, el pequeño Ladislao demostraría desde temprana edad su afición por los números y las finanzas. Diseñó a los 15 años una serie de mejoras sobre lo que sería conocido como "Lista de las Compras". Con algunas variantes, su sistema sigue siendo usado hoy en todo el mundo.

A los 25 años entró a trabajar en la River Plate Fresh Meat Company, en el área contable, donde nuevamente demuestra sus cualidades, desarrollando un nuevo tilde para las conciliaciones bancarias. Allí permaneció por más de 30 años, sin faltar ni un sólo día, y sin ser invitado a ningún evento social desde los 18 años.

A los 60 años, ya era, en las palabras del por entonces presidente Agustín P.Justo: "Tal vez el mejor perito mercantil que diera el mundo".

En sus últimos años se dedicó a la poesía, dejándonos perlas de exquisita belleza y sensibilidad como la siguiente:

Cheques en cartera, y Comisiones por Pagar,
Patrimonio Neto, Resultados Positivos,
Bienes de Cambio, Bienes de Uso, Otros Activos,
Salarios, Proveedores, Documentos a Cobrar,

Fondo Fijo, Depósitos a Plazo, Acciones,
Muebles y Enseres, Bienes en Tránsito, Patentes,
Maquinaria, Débito Fiscal, Cuentas Corrientes
Materias Primas, Terrenos, Amortizaciones,

En equilibrado juego, calculan ficciones
recortan gastos, tildan planillas, son precoces
planificadores del caos, lentos y veloces,
en destruír y ordenar, de a pesos y millones.

Luciendo corbatas como si fueran blasones
no son más que mediocre remedo de los dioses.

No puede sino embargarnos la emoción, ante tamaña claridad meridiana.

Ladislao Basualdo, Villa Crespo es hoy un poco más deprimente gracias a vos!

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