lunes, 28 de abril de 2008

Tante grazie!

Muchos, muchos saludos todo el día. Saludos en persona, llamados, mensajes de texto, mails, y mensajes en el foro. Saludos locales, desde otras provincias y desde otros países. Desde Chubut hasta Corrientes. Desde Sydney hasta Boston. Desde Liverpool hasta Bombay. Desde el País Vasco hasta Mexico y Río de Janeiro.

Y los primeros regalos del día fueron una coca cola, unas melbas y un chocolate!

Soy millonario, de veras.

Parafraseando a Jack Benny: "No me merezco tanto premio, pero soy pelado y tampoco me merezco eso" :-D

Me voy a dormir feliz.

Estoy cargado!

Y así, como quien no quiere la cosa, con un dejo de Hitchcock, llegaron mis



Y es bueno que así sea.

domingo, 20 de abril de 2008

50's Fantasy


(Una gripe incubándose y Shirley Bassey cantando "Light My Fire" en mi compu, son las débiles excusas para este post)

Manejar un Chevy Impala '58! De riguroso smoking (me gusta más escribirlo "esmoquin", puedo?). La infaltable cocktail party. Cara de perenne hastío.

"Tome Coca Cola, deliciosa y refrescante. Guste del sabor más exquisito y burbujeante. Coca Cola, refresca mejor"

Se acerca un mozo con una bandeja, tomo un martini con aceituna, con aire displicente. Vuelco el contenido en la maceta más cercana, con el mismo aire displicente. Saludo de lejos a un joven Narciso Ibañez Menta, que comenta el exitoso debut de "El Fabricante de Piolín" de Carlos Gorostiza.

El Wincofón desgrana una sensual Shirley Bassey. De mis labios cuelga, casi al descuido, un cigarrillo Clifton. El humo acre adormece mis papilas.

"Come on, baby, light my fire" sigue cantando Shirley. Y no suena a última voluntad de drogón agonizante. Suena a sábanas de satén, a pierna larga enfundada en medias de seda con portaligas, apenas entrevista en el generoso tajo del vestido.

Y ahí está, en medio de la fiesta. Ya no es más el sonido del combinado. Es ella, en persona, cantando. El brillo de miles de lentejuelas en su vestido. Y esa voz que me llama, irresistible.

Con cierto desdén, me sacudo una mínima mota de polvo que altera la pulcritud de mi esmoquin. Hecho una rápida mirada al espejo, para asegurarme de que el me puse la cantidad justa de gomina (cero, en mi caso). Hecho una última pitada ávida al cigarrillo y enseguida enciendo otro.

Me acerco a la diva, que me reconoce y sonríe, invitadora. Me deslizo entre un sinnúmero de tipos con el mismo esmoquin que yo, una miríada de mujeres con peinados que desafían por igual la gravedad y el buen gusto.

Apoyo una mano como al pasar sobre la espalda desnuda de Shirley, gracias al generoso corte de su vestido, y siento su piel perfecta. Sonríe.

Mis labios se refugian junto a su oreja. Murmuro apenas moviéndolos, las palabras rozando el lóbulo:

"Si te agarro, te parto como a un queso, mami"

miércoles, 16 de abril de 2008

Megalomelancolía

Años ha, en algún suplemento de Página/12, recuerdo haber un artículo sobre la arquitectura de Francisco Salamone.

Llámenme porteño impenitente, pero hasta ese momento jamás había oído hablar de él (cosa excusable), ni había visto sus obras por no haber viajado jamás a las localidades donde ejerció (pecado de mayor cuantía)

Don Francisco, por orden del por entonces gobernador profascista de Buenos Aires, Manuel Fresco, se dedicó a salpicar el mapa de la provincia de Buenos Aires de edificios municipales, cementerios y mataderos. "Arquitectura filonazi", como "'Metrópolis' de Fritz Lang", "del estilo de Ciudad Gótica", "adefesios monumentales", "Art Decó patológico", son algunos de los numerosos epítetos que recibió, todos atendibles en cierta medida.

Sus construcciones mitológicas se encuentran en Azul, Laprida, Rauch, Balcarce, Saldungaray, Lincoln y quién sabe cuántas ciudades más de la provincia. Su asociación con el período de Fresco le otorgó un egregio olvido por parte de historiadores, arquitectos y conservadores de edifcios. Hoy en día no diré que está de moda, pero ciertamente debe ser fácil encontrar mucho más material sobre él que hace tan sólo un lustro (quiero decir con esto que no soy nada original con mi post, para variar).

En lo personal, me fascina la decadencia imponente de sus obras. Lamento no tener el suplemento de Página/12 que motivó esto, porque tenía unas fotos espectaculares. Me tuve que contentar con las pocas que pude encontrar por la web (sólo me responsabilizo de la selección y algunos retoques). El hecho de que los edifcios estén bastante mal conservados en su mayoría, me parece que les agrega aún más encanto."Belleza lúgubre" por llamarlo de alguna manera.

Son obras para ser admiradas en todo su depresivo esplendor, carcomidas por el tiempo.

Hablé demasiado, como siempre. Me callo y les dejo las fotos.









lunes, 7 de abril de 2008

Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires


(Motiva esta entrada la reciente novedad de que, por orden de la jefatura de mi trabajo, pronto seré reubicado dentro del perímetro de mi amada ciudad)

Así es, start spreadin' the news, yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada, cuando yo te vuelva a ver no habrá más penas ni olvido, B.A., Buenos Aires, Big Apple y todas esas cosas.

No es la solución ideal, es escasa y llega demasiado tarde, pero dentro de lo malo, lo mejor.

Hola Buenos Aires! Vuelvo al rastacuerismo postmoderno de Madero, a la serena belleza de Palermo (no Pussy), la amanerada Recoleta, la vetusta pobreza de San Telmo, ofreciéndose al turista como puta barata. Vuelvo a la austeridad espartana de Juan B.Justo, al caos triste de la Av.Córdoba, a la decadente hidalguía de la Av.Santa Fé. Vuelvo a la salomónica Plaza Lavalle, que mantiene alejados a los chupasangres de Tribunales del recargado Teatro Colón. A la arboleda rala de Av.Honduras, a la silenciosa, perfumada belleza de La Isla (entre las calles Cópernico, Newton et al.)

Vuelvo a las librerías de Corrientes, a la suciedad distinguida de Belgrano, a la sinuosa opulencia de la calle Arroyo. A la Av.Las Heras y Pueyrredón, donde todo empezó. Al oblicuo frenesí de Diagonal Norte y Diagonal Sur, cortando todo a su paso para huir del espantoso Obelisco. Vuelvo a la toxicidad húmeda y oscura de los subterráneos, al rencor antediluviano de los taxistas, a la brutalidad de los bondis.

Vuelvo a la locura, al ruido y al smog. Vuelvo a los travestis de los bosques de Palermo, a la pauperizada calle Lavalle, a los cines, a los Burger King, a los bares de viejos, ejecutivos y prostitutas que no son necesariamente ejecutivas. Vuelvo a las ratas, las cucarachas, la basura que se pudre en las esquinas, los gritos, el sudor, el infarto.

Te extrañé, Buenos Aires.