lunes, 30 de mayo de 2011

Rock, Paper, Scissors, Lizard, Spock

Cuando no tengo nada interesante que contar, pero tengo ganas de venir a este  refugio, bien vale compartir un lugar feliz como The Big Bang Theory.

http://www.youtube.com/watch?v=0-KMH02Mauk&feature=youtu.be

Clásico.

lunes, 16 de mayo de 2011

Una anécdota de ésas que me gustan contar

Por alguna misteriosa razón, mi cabeza es un baúl lleno de datos inútiles. Como tantas otras.

De entre los muchos datos que guardo, sobresalen las citas y las anécdotas históricas. En esta ocasión, un ejemplo de éstas últimas.

La historia de Prusia es una de las más apasionantes de ehmmm...la historia. Ponele. Como Macedonia para los antiguos griegos, o Judea para los hebreos, Prusia era dentro del mundo teutónico una potencia menor, lejana y semi bárbara, en el mejor de los casos. En algún momento fue poco más que unos cuantos territorios aislados allá lejos, en el este, donde vivían los despreciados eslavos. Pero como suele ocurrir en estos casos, una dinastía apareció para convertir este lejano territorio en una nueva potencia europea. En Macedonia fue Alejandro Magno y los diádocos (los "sucesores": Antígono, Ptolomeo, Lisímaco y Seleuco). En Judea, el rey David. y la dinastía davídica. En Prusia, los Hohenzollern.

De éstos, el segundo fue Federico I, hijo de Federico Guillermo el Gran Elector (las complejidades de la realeza electiva en los reinos germánicos excede a este humilde post, pero créanme que hay una razón por la que se lo conocía así) En fin, la cosa es que Federico I era lo que se dice, con todo respeto hacia Su Majestad, "una bestia peluda". Amante de la guerra, la bebida y los chistes guarros. Violento, austero hasta la miserabilidad. Durante su reinado, Prusia produjo solamente dos cosas: escuelas y guerreros. Y las escuelas existían al sólo efecto de producir mejores guerreros. El rey amarrocaba plata a lo pavote, y sólo la usaba para crear nuevas escuelas, contratar soldados muy altos (en efecto, tenía debilidad por los soldados altos. Parecía estar armando un equipo de la NBA y no el ejército que más tarde sería el terror de Europa) y ponerse en pedo por ahí.

Dato curioso: Federico I fue el primer Hohenzollern en alcanzar la dignidad real. Sin embargo, no era Rey de Prusia (cargo que teóricamente no podía existir, dado que el rey de todos esos territorios era el Emperador del Sacro Imperio) sino Rey en Prusia. Fuera de Prusia, en territorios efectivamente controlados por el Emperador era solamente el Margrave de Brandenburgo. Como les digo, la historia de Prusia es compleja y fascinante. Y a mí me encanta irme por las ramas, perdón.

Por aquéllos tiempos, don Federico I salía a caminar por su reino como otros reyes, no como estos reyes boluditos de ahora que tienen un montón de escoltas como si a alguien le interesara acabar con la vida de semejantes figurones de culebrón. Y aunque así fuera, sería para salir en la tapa de la revista "Hola" o tener el video más visto de Youtube. Nada de magnicidas anarquistas ni esas cosas. Bueno, total, que Federico salía por la calle con su bastón al que todos temían ya que lo usaba indiscriminadamente contra cualquiera a quien, por alguna razón, Su Majestad decidiera que se merecía una real paliza (pun intended). Nada más verlo aparecer por la calle con su temible bastón, las calles de Berlín, capital del reino prusiano, se vaciaban rápidamente, para desconcierto de Federico que no entendía el por qué de tan poca actividad callejera.

He aquí que cierta vez un ciudadano tuvo la mala suerte de no alejarse con bastante rapidez del Supremo quien enseguida lo increpó con su voz de sargento y sus modos pre-gestapo: "A dónde vas tan apurado?"

El hombre contestó, balbuceante:" A casa, mi Señor" (O algo así, tengan en cuenta que yo no estuve ahí)

Don Federico: "Y por qué el apuro?"

El súbdito: "Es que tengo miedo"

"De quién?"

"De usted, Majestad"

A lo que don Federico, blandiendo su bastón como loco sobre el cuerpo del pobre hombre, respondió: "Miedo? Yo soy tu Rey, idiota! Se supone que debes amarme! AMAME!"

Me gustaría ser un rey así. No hace falta que sea en Prusia. De ser posible, de algún lugar al que pueda llegar en bondi, si no es mucha molestia.

Porfi?

jueves, 28 de abril de 2011

viernes, 22 de abril de 2011

martes, 12 de abril de 2011

Crónicas Ucrónicas

"Querida Cipe"


Quien esto escribe, tuvo la fortuna de ser invitado al último ensayo general de "Querida Cipe", dramatización sinfónico-vivencial que repasa la vida y obra de Cipe Lincovsky, con música y guión de Lito Vitale (quien además interpreta el piano) y Lito Nebbia, en voces y shofar.

Nada más atenuarse las luces uno se siente inmediatamente transportado a algún remoto shtetl (pequeño poblado de población mayoritamiante judía) en Polonia, o tal vez Surinam. Nebbia,  alejado ya de ese joven tímido que supo liderar a "Los Gatos" tanto como del experimentalismo proto cyber punk de aquél "Rosariazo" con Baglietto, Garré, Fandermole y Fito Páez; desgrana con nostalgia las raíces de la familia Lincovsky hasta su arribo a las costas bonaerenses, donde recaló el patriarca de la familia, Don Abraham Lincovsky, con sus manos llagadas de trabajar en jornadas interminables falsificando huevos Fabergé.

Estos años y la infancia de Cipe son cantandos en frases, cortas, como pinceladas en una suerte de recitativo, símil aún más notorio por el stacatto de Vitale sobre el Do central del piano, casi a la manera de un bajo continuo.

La obra no se regodea en los años oscuros de la Segunda Guerra sino que salta directamente al año de 1953 y la primera consagración públia de Cipe y los años subsiguientes, en una suerte de vaudeville (resaltando las excelentes piernas de Nebbia en una memorable escena de can can). La complicidad juguetona de Nebbia y Vitale es notoria a medida que los diversos números vodevilescos obligan a un continuo despliegue físico y vocal del rosarino, empujado por el stacatto furioso del de Villa Adelina sobre el Do central del piano.

Ahora las luces se atenúan. Llegan tiempos más tristes, más oscuros. Vitale, siempre genial, deja caer sus dedos como lágrimas sobre el teclado, hilvanando un stacatto sobre el Do central del piano. Nebbia balbucea, estira cada final de verso. El foco este tercer acto es la apasionada relación amorosa entre Cipe y el mítico jugador de Boca: Sergio "La Larva" Saturno. La tristeza es infinita.

Silencio. Oscuridad. Y una solitaria nota: un Do central del piano.

Cuarto acto. Llega el final feliz. Los años de gloria y fama internacional. Cipe artista de culto en Lorengau, capital de las Islas del Almirantazgo en Papúa Nueva Guinea. Nebbia balbucea su yiddish como fuegos artificiales que estallan puntuados por un stacatto de Vitale sobre el Do central del piano. Vibran los primeros versos de "Primero se llevaron la casatta, pero a mí no me importó, porque yo no como casatta...", malamente atribuídos a Brecht.
El público estalla en aplausos, salta sobre el escenario, rompe el alambrado y se roba la remera de Nebbia con la leyenda "Cambio Cerveza 3/4 por 1/4 con vos".

Salgo corriendo en medio del pandemónium. Afuera hay autos dados vuelta e incendiados. Un grupo de francotiradores hostiga a las fuerzas del orden. La zona no será retomada hasta bien entrado el día siguiente.

Marcando el ritmo como un tambor marcial en medio de la asonada, se escucha débilmente, proveniente del teatro en llamas, un stacatto sobre el Do central del piano.

("Querida Cipe" se presentará todos los lunes de Cuaresma en el teatro "Marcos Zucker", Pasaje Arnaldo André 5201, Palermo Tronco, Buenos Aires. Estreno 2012)