miércoles, 22 de octubre de 2008

FMPR


"Soy un pedazo de atmósfera"
(Federico Manuel Peralta Ramos.)

Les voy a contar sobre mi ídolo de toda la vida. Algunos conocen mis fanatismos más evidentes. Los más cercanos conocen otros menos obvios. Los íntimos, conjeturan oscuras devociones mías. Pero casi nadie sabe (o recuerda) mi idolatría por don Federico.

Y es que a Federico se lo conoció poco masivamente. Tuvo sus años en el Di Tella, pero de allí todos recuerdan a Jorge Shusscheim, a Marta Minujin, a Clorindo Testa. Yo lo conocí en el programa de Tato Bores, en sus pocas apariciones.

El Gordo Federico era un bon vivant. Descendiente de los patricios Peralta Ramos (los de Mardel), se dedicó a una vida que el mismo Isidoro Cañones habría considerado dispendiosa. Vivía de la guita que le pasaban los viejos. Era un inútil que se dedicaba a hacer lo que hoy en día llamaríamos "instalaciones". Again, quienes me conocen podrían sorprenderse de que semejante persona que encarna todo lo que yo considero un vicio sea mi ídolo. Soy contradictorio, qué quieren que le haga?

Pensaba escribir una breve biografía, pero hay varias en la net y todas se repiten más o menos. Así que haré un extracto de las locuras de este gordito simpaticón, ligeramente gangoso y dueño de una pureza, sabiduría y una pasión por las cosas buenas de la vida que siempre envidiaré.

Se consideraba "detectador de lo inadvertido", "psicodiferente", y un "filósofo callejero". Era todo eso y mucho más. Supo ganarse la beca Guggenheim...y se la patinó toda en una noche de farra con amigos en el Alvear. En el programa de Tato, se aparecía para decir cosas como "hoy quiero diagnosticar que se aproxima el fin de hoy", aparecerse con antiparras, dar "la solución neumática a los problemas imprevisibles que acechan a la humanidad" mientras mostraba unas cubiertas o cantar su canción "A mí me gusta acá"

“No quiero ir a la luna,

a mí me gusta acá, a mí me gusta acá, a mi me gusta acá.

Quiero caminar por las calles de Buenos Aires,

a mí me gusta acá, a mí me gusta acá, a mí me gusta acá.

Me quiero sacar una foto en la plaza San Martín,

a mí me gusta acá.

Quiero ser amigo del obelisco,

a mí me gusta acá.

Me encanta el atardecer en el campo argentino,

a mí me gusta acá, a mí me gusta acá, a mí me gusta acá.”

El Gordo también, alguna vez, se apareció en un remate de un toro campeón y, tras ganar la puja, la familia tuvo que declararlo loco e internarlo en un manicomio para evitar el juicio porque, por supuesto, no podía pagarlo.

Cierta vez, se le ocurrió patearle el auto a un taxista desaprensivo que casi lo atropella. Al bajarse el taxista, un hombre de considerable tamaño incluso comparado con los 100 y pico de kilos de Federico, éste le amenazó con un "Señor, desde ya le anticipo que soy inmensamente cagón"

La única obra que logró vender en su vida fue una reproducción exacta de un buzón. Así es, logró vender un buzón a la vedette Egle Martin quien, como corresponde, no se lo pagó.

Eternamente vestido con elegante traje azul y sus zapatitos "que le regaló el padre", aún cuando aparecía deambulando por Constitución arriba de algún bondi, después de haberse pasado la noche de joda morfando y cogiendo a cuanta prostituta pudiera encontrar.

Lo que Sabina boquea en sus canciones mediocres, el Gordo lo llevó a nivel de arte, de ciencia y de modus vivendi.

Su última exposición "Los Altos del Sarmiento" fue esperada por la intelligentsia di tellista con ansias. Invitó a unas mil personas. Al entrar se encontraron con un galpón vacío. Ni una pintura, ni una escultura, ni nada. De pronto se oyó la voz de Federico con sus "egues" arrastradas: "Señores, ésta es mi exposición. El arte son ustedes. Ustedes son mi obra de arte." Y aplaudió.

También se rindió su propio homenaje. Y flor de homenaje!

He inventado un monumento para mí. La Costa Atlántica, que va desde Quilmes hasta Río Gallegos. Es el monumento para Federico Manuel Peralta Ramos. Entonces, cuando la gente se meta al mar para bañarse, se bañará en el monumento. Es una de las proposiciones que pienso hacer para los habitantes de mi país y para los habitantes de este sistema solar. Porque yo, por ejemplo, me animaría a comunicarme con los habitantes de otros planetas, con ruidos y con ondas que yo emano”.

Pero, por sobre todas las cosas, el Gordo Fede será recordado por ser el fundador de la religión Gánica. Esta consiste, básicamente, en hacer lo que uno tenga ganas. Parte de su filosofía se logra entrever en su teoría de la albóndiga psíquica:
Creo en un mundo fenomenológico que está más allá del libre albedrío cósico de la gente, que influye sobre los libres albedríos. Está ese mundo fenomenológico y los libres albedríos albondigares

Algunos de los mandamientos de Federico, El Grande:

  • Vivir poéticamente.
  • Creer en el Gran Despelote Universal
  • A Dios hay que dejarlo tranquilo
  • Jugar con todo
  • Creer en un mundo invisible, más allá de los lejos y de los cerca
  • No mandar
  • Flotar
Así era FMPR. Se murió medio feliz, medio deprimido, como vivió toda su vida. Casi olvidado. Siempre genial.

Nos quedaron sus enseñanzas:

“Yo soy una estrella porque salgo de noche”

“Sueño con un mundo donde exista el Reinado del Bien, donde no tenga que defenderme más del Error”

“La gente que tiene el coso adentro es mutante y las conversaciones no se hacen de cuerpo a cuerpo sino de coso a coso. El coso es la esencia”

Es mi héroe más querido. Ahora saben mi oscuro secreto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como que me lo hiciste redescubrir, lo tenia tan olvidado... y me reia mucho escuchandolo hablar a mil.

beso.

vamp